El fracaso que supuso el gobierno Azaña hizo posible que
tras las elecciones de noviembre de 1933 la República, proclamada por una base
social izquierdista, girara a la derecha. Ello se debió básicamente a la
disconformidad que el pueblo español mostró con la labor realizada por la
República hasta ese momento, promoviendo un amplio abstencionismo electoral de
izquierdas. Empezaba de esta manera el periodo llamado "El bienio
conservador".
Frente a la nueva convocatoria de elecciones en noviembre de
1933, la derecha se preparaba para la toma del poder. En 1931 sus principales
candidaturas habían sido barridas debido fundamentalmente a su falta de unidad
en un sistema electoral que primaba las coaliciones. Ahora sus esperanzas se
centraban en una nueva coalición, la CEDA (Confederación Española de Derechas
Autónomas). La CEDA fue el primer partido católico de masas en España y su
líder era José María Gil Robles. La izquierda se lanzó a la campaña en defensa
de las realizaciones de su gobierno, pero, como ya en 1931 le había ocurrido a
la derecha, esta vez acudían desunidas. No es de extrañar pues el resultado que
arrojaron los comicios que traducido en escaños fue el siguiente:
FORMACIONES CENTRO-IZQ.
|
ESC.
|
FORMACIONES CENTRO-DER.
|
ESC
|
PSOE
|
58
|
CEDA
|
113
|
ESQUERRA CATALANA
|
23
|
PARTIDO RADICAL
|
80
|
IZQUIERDA
REPUBLICANA
|
7
|
PARTIDO AGRARIO
|
39
|
PARTIDO
RADICAL-SOCIALISTA
|
3
|
PARTIDOS MONÁRQUICOS
|
32
|
FEDERALES
|
2
|
LLIGA REGIONALISTA
|
24
|
PARTIDO COMUNISTA
|
1
|
FALANGE ESPAÑOLA
|
2
|
OTROS PARTIDOS
CENTRO-IZQ.
|
6
|
OTROS PARTIDOS
CENTRO-DER.
|
96
|
La CEDA se convirtió en el principal partido de las Cortes y
Gil Robles en el ídolo de la España conservadora. Entre los diputados elegidos
se podía apreciar tanto a derecha como a izquierda representantes del
extremismo político.José Antonio Primo de Rivera (hijo del dictador) y
Francisco Moreno Herrera obtuvieron acta por Falange Española, partido fundado
por José Antonio hacía pocos meses. Del otro ladoCayetano Bolívar fue el primer
representante del PCE (Partido Comunista de España) en las Cortes. La aparición
en dicha cámara de dos representantes falangistas y un comunista fue la primera
advertencia de que la sociedad española estaba entrando en una espiral de
radicalización. La República dio un giro a la derecha, el proceso de reformas
quedó paralizado. La izquierda estaba alarmada, convencida que detrás de Gil
Robles se escondía la amenaza del fascismo. En 1934 el fascismo se extendía por
Europa, las dictaduras reemplazaban a las democracias parlamentarias. Los
socialistas españoles temían que lo mismo ocurriera en España si la CEDA ocupaba
el poder. Para calmarles se formó un gobierno de centro dirigido por el jefe
del Partido Radical, Alejandro Lerroux. Gil Robles y la CEDA lo apoyaban pero
no entraron a formar parte del mismo, a pesar de que era el partido más votado.
Esperaba la ocasión más propicia para hacerse con el poder. Mientras tanto, la
sustitución de las escuelas religiosas por las laicas se pospuso, la Reforma
Agraria se abandonó en gran medida, y se produjo una amplia amnistía política
hacia los conspiradores de 1932.

La situación fue tornándose cada vez más confusa. Ante las
vacilaciones del presidente de la República en promulgar la ley que perdonaba a
Sanjurjo y los conspiradores de 1932, Lerroux dimitió en mayo de 1934 siendo
sustituido por otro radical, Ricardo Samper, que contaba con muchos menos
apoyos en las Cortes. Ante la debilidad del gobierno, el 4 de octubre Gil
Robles retiró el apoyo de la CEDA a Samper que dimitió. Alcalá Zamorano hizo
otra cosa que volver a encomendar su formación a Lerroux, pero ahora Gil Robles
exigió que tres de sus partidarios de la CEDA entraran como ministros. Este
hecho fue suficiente para que los socialistas, que seguían creyendo que Gil
Robles era “otro Mussolini”, se levantaran contra el poder constitucional.
En Madrid la UGT declaró la huelga general, en Barcelona, el
presidente de la Generalitat Lluís Companys, juzgando erróneamente la
situación, proclamó el “Estado Catalán”. Pero la rebelión fue aplastada con la
misma rapidez con la que había empezado. El movimiento revolucionario fracasó
en todo el país con una excepción: Asturias. Las guarniciones en Asturias se
vieron impotentes para frenar una ofensiva revolucionaria que produjo violentos
combates. Todas las ciudades y pueblos de la cuenca minera quedaron sometidos a
un comité revolucionario, que al mismo tiempo que reorganizaba la zona tenía
que ocuparse de la lucha. El gobierno, decidido a acabar con la rebelión tuvo
que llamar a la Península a las tropas coloniales, los moros y la Legión. Los
generalesManuel Goded y Francisco Franco coordinaron la ofensiva desde Madrid.
La Legión y los moros consiguieron un éxito casi inmediato. Apoyados por la
aviación liberaron Oviedo, Gijón cayó el 10 de octubre y en 15 días la rebelión
se podía dar por sofocada. El líder socialista de la revolución Ramón González
Peña renunció a seguir dirigiéndola,Belarmino Tomás, líder de los mineros,
aceptó la derrota pero no renunció a comentar que el haber quedado la
revolución reducida sólo al foco de Asturias había sido la clave del fracaso.
Casi 2.000 personas murieron en la revolución asturiana,
algunas ejecutadas sin previo juicio, miles de republicanos y socialistas en
toda España fueron encarcelados. La rebelión había fracasado principalmente por
su falta de cohesión, pero la izquierda había aprendido una valiosa lección.
Durante los dos años siguientes el deseo de amnistía para sus compañeros
encarcelados contribuyó a forjar la alianza de la izquierda.
Pero antes el gobierno debía quedar desprestigiado. El
castigo a los rebeldes de 1934 suscitó las primeras divisiones en el seno del
gobierno de centro-derecha. Gil Robles y la CEDA eran partidarios de la
aplicación de varias penas de muerte. Alcalá Zamora les recordó las medidas de
gracia impuestas a los conspiradores de 1932 y no las ejecutó por lo que los
ministros de la CEDA retiraron el apoyo al gobierno radical de Lerroux aunque
en marzo de 1935 se vió obligado a incluir cinco nuevos ministros de dicha
formación y con Gil Robles al frente del Ministerio de la Guerra. Pero en
octubre de 1935 el gabinete se hundió debido al escándalo del “estraperlo” en
el que Lerrouxquedó bastante mal parado. El Partido Radical se desmoronó y el 4
de enero de 1936 el presidente de la República tuvo que disolver por segunda
vez las Cortes. Las nuevas elecciones quedaron fijadas para el 16 de febrero.
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